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jueves, 1 de diciembre de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max recibe un premio en un concurso literario por un relato. Su madre le ha hecho ponerse una americana negra y una pajarita y Max se siente como un pajarito vestido. Se sienta en una silla mientras el director del colegio explica porqué su relato merece ser publicado. Max entiende sólo en parte lo que dice el director y mira al público que sonríe feliz. Max sonríe, feliz. Después van a un restaurante francés a cenar y Max pide caracoles. Cuando se los traen no quiere defraudar a nadie así que abre bien la boca y está dispuesto a tragarse el primero cueste lo que cueste, pero con una cáscara tan grande, tal como él imaginaba, la pajarita no deja que pase. ¥ Max muere pensando en el argumento de su segundo relato.

lunes, 1 de agosto de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max juega en el patio del colegio al arranca-cebollas con los demás niños. A Max le gusta ese juego porque no hay equipos, así que no le escogen el último. El pequeño Max no tiene muchos amigos porque a los otros niños les da asco y miedo pensar que en cualquier momento morirá. Le toca que tiren de él y ya hay varios niños desgajados de la fila dispuestos a hacer lo que a ellos les han hecho. El niño de atrás le agarra como una madre a quien quieren quitar a sus hijos mientras otro niño tira de él como un soldado sin escrúpulos y el dolor se hace en seguida insoportable. Max empieza a gritar, pero eso sólo incentiva la natural crueldad infantil, así que tras un chispeo en los ojos, el niño de atrás lo suelta, cosa que hace que que el pequeño Max salga disparado contra los sonrientes dientes del estirador, que se clavan en su occipital y hacen de su cabeza una manzana mordida cuyos jugos tiñen de carmín la cara del infame Caín-Adán.

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max corre hacia el huerto para recoger unos tomates y arrancar unas cebollas y una lechuga para la comida. Hay cuatro tomates grandes y muy maduros que huelen a azufre y a verde oscuro. Los pone en la cesta y mira las lechugas. Estan muy tersas, estirándose hacia el sol. El pequeño Max recoje la más tupida antes de que se espigue y la pone también en la cesta. Por último, salta el bancal para llegar hasta las cebollas. Max agarra fuerte el tallo de una de ellas y tira con fuerza. La tierra cede ante el ímpetu del niño, pero el impulso ha sido excesivo y Max cae de espaldas al tiempo que la hazada perfora su yugular como semilla plantada en su tierno cerebro. La sangre empapa la tierra, cada vez más roja, que la absorbe sedienta bajo el tórrido sol de mediodía.


sábado, 23 de abril de 2011

Pequeñas historiasz de un niño llamado Max

El pequeño Max va por primera vez a las Ramblas el día de Sant Jordi. No hay dragones y las rosas huelen a violeta y a jazmín, pero le gusta ver a la gente amontonada encima de los libros, leyendo a fragmentos, intentando adivinar si el libro que están a punto de escoger les va a gustar, si va a llenar ese incómodo espacio vacío de lo que no se sabe. Centenares de piernas le empujan y sólo ve a sus padres a través de pequeños fragmentos de cielo. La gente que busca historias le arrastra y moldea su cuerpo como piedra de río. El pequeño Max, agarrado al principito en pop-up, va dejando un reguero de sangre para que no se pierda el dragón.

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max está en un bar. Las mesas de mármol le dividen el mundo en dos. Se escabulle entre ellas y asoma la cabeza y su mano para beber de los culos de las copas ya bebidas. Cuando le ven, Max dice que sólo quería probar o que quería saber cómo olían. De repente su madre le llama para jugar una partida de mus y el pequeño Max corre antes de salir de debajo de la mesa y cuando sale, el mármol esculpe en su cabeza, y con los ojos abiertos Max ve su degoteo y el rojo de los párpados cerrados frente al Sol.

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max va en bicicleta. Sus padres le ajustan el sillín y le conducen en el mundo, seguro. Max siente su mano y las curvas. Le sorprende la velocidad de la bicicleta y de su madre, acompañándolo a zancadas. De golpe ya no la ve y él rueda sobre ruedas, coge el camino de la derecha que le lleva al bosque. Va aferrado con la barbilla al manillar y cuando se levanta trinfal una rama baja de abedul le tiende en el suelo y el pequeño Max ve las estrellas que se forman entre las hojas por la luz del sol.

viernes, 22 de abril de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max oye la sirena danzarina del camión de los helados. Max baja desde su habitación y se planta delante del camión antes de que éste haya frenado. ¡Quiero un polo! El heladero, que ha bajado ya el alféizar que le sirve de aparador, le invita a subir por la puerta trasera del camión y rebuscar entre las cajas a la caza de su sabor. El pequeño Max se relame conjugando sabores y texturas en su lengua aún virgen. Espera el sabor de las pipas, de las fresas, del chocolate. Cuando le encuentran, frío y feliz, su boca es una pallasística mancha irisada.

viernes, 8 de abril de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max tiene examen de geografía. Ha estudiado aunque se entretuvo jugando. Max llega a classe y ve a todos los niños nerviosos. Es el primer examen de su vida. Se sienta en su silla y las cosas aprendidas y costosamente memorizadas emprenden un baile caótico en el que el pequeño Max banamente intenta poner orden. Cuando le ponen la hoja delante y lee las preguntas, Max se da cuenta de que no sabe nada de nada. De repente no está seguro ni de cuál es la capital de España, mucho menos de dónde está Montevideo. Antes de confesar s ignorancia o de mostrarla colocando nombres al azar, el pequeño Max decide cortar por lo sano y con el papel del examen se corta las venas y abre un gran surco en la piel con la ayuda del lápiz. En su hoja aparecen nuevos continentes rojizos a los que no llega a poner nombre.


Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max va de excursión a la montaña. Cuando están en la falda, Max mira hacia arriba y piensa que si llega a la cima, de un salto podría sentarse en una nube y dejarse llevar suavemente, surcando el cielo sin esfuerzo, asomándose a ver el paisaje como quien mira debajo de la cama. El pequeño Max empieza a subir por el empinado camino y pronto siente que le pesan las piernas, se le cansa el cuerpo y los gemelos parecen trillizos. Sube un pie tras otro por la pendiente hasta que tropieza y deshace el camino a trompicones y volteretas. Mientras cae, la árborea cúspide se confunde con el cielo y con el sabor a tierra y sangre y con el claquear de piedra y hueso.


jueves, 31 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max tiene dos cabras a las que cuida; ella se llama Manolita y él Agamenón. Prácticamente sólo tiene que darles de comer una vez al día pero hoy el macho ha roto la traba, que une dos de sus patas y le impide saltar, y se ha escapado. Max tiene que atraparle. El cabrón brinca y zigzaguea y Max, extenuado no sabe cómo cogerle porque siempre corre más que él. Decide tomárselo con calma, irle arrinconando muy despacito, sin que el animal casi se de cuenta. Por fin ha conseguido que entre en el establo y allí es más fácil cogerle. Cuando le tiene en una esquina se abalanza sobre él y le calza un collar al cuello con una larga cadena que atará a un poste hasta que consiga volver a colocarle una traba y le pueda dejar libre de nuevo. El cabrón se retuerce y bala, espasmea y gira sin parar en torno a Max enredando la cadena a su cuerpo. El cabrón, crecido, emprende una carrera en línea recta que tira a Max al suelo y le coloca la cadena al cuello. Los gritos espasmódicos del pequeño Max se confunden con los balidos triunfantes que reclaman libertad.


domingo, 27 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max juega en la calle. Corre a esconderse mientras Luc cuenta hacia atrás cara a la pared. Se pone tras un buzón amarillo pero llega un niño mayor y le quita de ahí de un empellón. Entonces ya no le queda tiempo. Se tira al suelo y rueda hasta debajo de un coche. Han dejado de contar y Max se da cuenta de que el coche está en marcha. Huele tan mal el humo que sale del tubo de escape y que casi no se dispersa por falta de viento que Max casi desea que le vean. Escondido en una nube de humo el pequeño Max ve terminar el mundo con un fundido en negro.


Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max va a una fiesta de cumpleaños. Rompen la piñata, explotan globos y Max espera la traca final. Entonces llega el pallaso. A Max le asusta un poco ese personaje que quiere hacer reír a todos. Le parece un hombre derrotado que busca amigos desesperadamente. Al ver a Max al margen de la algarabía general, con los ojos muy abiertos, expentantes, el pallaso decide ayudarlo y propone un juego. Al pequeño Max no le gusta especialmente ese juego que consiste en dejar a alguien fuera cada vez y no le importa ser él quien quede de pie pero el pallaso se las arregla para poner una silla detrás suyo siempre, bailando y moviéndola con el pie. Cuando el pequeño Max va a sentarse el gran zapato del pallaso queda enganchado a la silla y al apartar el pie se lleva consigo aquello que debía sostener el frágil cuerpo de Max. El pequeño Max yace ahora en el suelo entre serpentinas de colores y gritos de niños junto a un hombre estridente cuya cara se ha tornado un grito de espanto.


viernes, 25 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max juega a ser Tarzán. Busca cuerdas y agarraderas que puedan servir de liana. De repente Max tiene una idea y se quita el cinturón. Coge carrerilla y consigue colgarse de la lámpara isabelina del salón y balancearse cual mono en la selva. Mira a su alrededor para ver cuál puede ser la siguiente liana y decide que la cortina es lo más apropiado. Coge impulso como en un columpio y se lanza a través de la ventana cortina en mano. A pesar del liviano peso de Max la cortina cede y él cae por la ventana. El pequeño Max vuela en picado seguido de una vaporosa estela en una aérea danza icaresca.

lunes, 21 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max va a la granja de sus tíos. Ellos tienen todo tipo de animales y a Max le gusta darles de comer a todos. Se levanta temprano para ir al granero. Conoce qué come cada uno y se pasea por cuadras y jaulas repartiendo el desayuno. Al pequeño Max le gusta jugar a que es un campesino que trabaja duro para mantener su granja. Cuando termina de repartir el grano y las balas de paja, Max entra al corral de las vacas para ordeñarlas. No se ha dado cuenta de que hoy hay un toro en pleno cortejo y cuando le ve, éste ya corre feroz y cabizbajo hacia el pequeño intruso. La retina del pequeño Max, que esperaba ver el lácteo y apetitoso rezumar de una cálida ubre, distingue en cambio un marfileño cuerno goteante de sangre.



sábado, 19 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max va vestido de traje porque sus primos van a casarse. Entra en la iglesia y se sienta en un banco junto a sus padres. Imagina que es un jorobado que cuida del lugar y que los pasillos y campanarios son laberintos por los que él nunca se pierde a la luz de su vela. Cuando termina la ceremonia y todos están fuera de la Iglesia haciéndose fotos, el pequeño Max vuelve a entrar y se dirige muy solemne al altar, con el que tropieza. Prueba de aguantarse con los brazos en cruz en la talla de manera del ábside pero ésta se tambalea y un gran Cristo cae encima de él. El pequeño Max completa un hombre de Vitruvio bajo el peso de la Cruz.

jueves, 17 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max está aburrido en casa. Está leyendo el comic de astérix El golpe del menhir pero lo ha leído tantas veces que se adelanta a los acontecimientos así que, fastidiado, se levanta y se asoma a la ventana. Levanta la parte inferior y se queda apoyado en el alféizar pensando en lo que podría hacer si saliera de casa. Zoe está de vacaciones y no tiene más amigos cerca así que se queda meditabundo pensando en cómo divertirse solo. Por lo visto no ha trabado bien la ventana y ésta cae sobre su cuello emulando una mala decapitación que de todos modos produce el mismo efecto que el garrote vil. Max consigue así una rara mezcolanza entre la dislocación de la apófisis plebeya y la decapitación aristocrática.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max ayuda a su padre a limpiar el coche. Es verano y juegan a salpicarse mientras frotan el auto con jabón. Max corretea de un lado para otro huyendo del disparo paterno. Entra en el coche se agarra al freno de mano para darse fuerza y sale disparado por la puerta del conductor. Ahí vuelve a estar papá preparado con el dedo en la manguera. El pequeño Max huye hacia delante, su padre le persigue a pocos pasos, el coche se desliza calle abajo sin freno de mano, Max intenta correr más rápido pero la risa se lo impide. Bajo el peso de la rueda su pequeño cuerpecillo se muestra dúctil como un jarrón de barro dando vueltas en el torno.

domingo, 13 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max camina por París en 1.794, gritando consignas contra la opresión. Sin embargo sus quejas no son contra la nobleza sino contra esa cansina burguesía tan amiga del trabajo, y así, a golpe de voz y desenfado, defiende la vida ociosa y despreocupada. El tumulto empieza a formarse a su alrededor, al principio son solo algunas personas de mirada furiosa, pero los ánimos se inflaman y un grupo de pescaderas que por ahí anda se lo lleva en volandas hasta la plaza y lo encaja en la guillotina. El pequeño Max piensa en el olor a pescado mientras el frío metal le corta el cuello. Pronto su cabeza será un macabro estandarte que oscila en lo alto de la pica.

jueves, 10 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max se aburre en el salón mientras completa una larga lista de sumas. Sesenta y cuatro más dieciocho, ochenta y dos; veintitrés... fuera el día es soleado y la nieve cubre el jardín. La escuela está cerrada pero por la tarde se hará allí un concurso de muñecos de nieve. El pequeño Max sale a buscar a Zoe con los deberes a medio hacer y deciden hacer el mayor muñeco de nieve de la Historia para el concurso pero enseguida se dan cuenta de que es muy trabajoso dar volumen a las bolas y de que se les helarán las manos antes de acabarlo. Entonces, el pequeño Max se ofrece para meterse dentro del muñeco y así darle volumen. El pequeño Max gana el primer premio pero el galardón le deja helado. Cuando Zoe rompe el muñeco para abrazarle, su amigo es un impávido y gélido muñeco azul lleno de carámbanos.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max está leyendo La Celestina. Como es pequeño no reconoce la torpeza de Calixto ni lo humorístico de un amante cortés tan desmesurado y sinvergüenza. Exaltado por las altas pasiones que la obra desata en él, se cree morir de amor por su dama, la bella Zoe. El pequeño Max piensa que aunque admire a su héroe, a él le dará mucha vergüenza hablar de amor con Zoe, así que se postra bajo su balcón y se clava un puñal en el corazón con una nota que reza: Zoe, muero por tu amor.

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