jueves, 28 de marzo de 2013

…ni dos sin tres…

Por qué llamar rescate a lo que es robo
Crisis, desahucios, bancarrota, quita
Eufemismos para afanar la guita
Y darle carta blanca a tanto lobo

Los miran sus lacayos con arrobo
Asombra su inocencia gratuita
No ven su catadura cainita
Mas con la bolsa llena, diles “bobo”

Esos impresentables manirrotos
A mano armada y con alevosía
Nos instan a pagar los platos rotos

¡A dónde llega su rapacería!
Y aunque cuentan con muchos de los votos
No escaparán a tanta tropelía

sábado, 23 de marzo de 2013

Y como no hay uno sin dos...

Ladrones de corbata y guante blanco
Maestros en el hurto y el amaño 
Ministrables que aspiran al escaño 
Mediocres que se asientan en un banco

Marionetas en manos de truhanes
Avestruces que esconden la cabeza
Peleles manejados con destreza
Perezosos que aceptan los desmanes

Si dejan todo atado y bien atado
Si pretenden hundirnos en el lodo
Si cuentan con un pueblo aborregado

Si sus burlas nos hieren de algún modo           
Si no atajamos pronto este atentado
Agita el cóctel bien… ¡y que arda todo!

miércoles, 20 de marzo de 2013

Un soneto de rabiosa actualidad

Hablando de la madre del cordero, y antes de que estas Crónicas Autobombásticas pasen a engrosar definitivamente los limbos del vacío sideral, Mónica Copérnica nos regala un soneto de rabiosa actualidad (aunque más nos convendría una elegía):


Cuentan que en un país de pandereta
Un senador achulado y arrogante
A un partido corrupto y vergonzante
Hacíale con sorna la peineta.

Unos cuantos dineros en Suiza
“Poca cosa”, decían sus leales
Y con sus peroratas  proverbiales:
“Veamos quién allí los localiza”.

Bárcenas, el cabrón era su apodo,
Que amaba con delirio el capital
Con sobres protegía su acomodo

Y el partido, cual barco a la deriva,
Bogaba en un inmenso lodazal
Pobre país sin otra alternativa.

viernes, 1 de marzo de 2013

La madre del cordero del Autobombo

El Colectivo Autobombo siempre ha sido un colectivo heterodoxo, pero con esta entrada se atestigua la paradoja más flagrante: que un grupo de autoafirmación literaria no haga acuso de recibo de la publicación y exitosa recepción de la novela de uno de sus miembros, es, cuanto menos, curioso. Podemos aportar distintas explicaciones: de excusas y retruécanos nunca estuvimos faltos. Pero si bien es cierto que el Colectivo se originó para dar apoyo a unos impulsos que, con una novela, alcanzan la mayoría de edad, no lo es menos que celebrar un evento literario supone una clarísima actualización del principio 4º de nuestro programario: "Muéstranos lo que tienes dentro, porque si yo lo hago yo digo que es bueno y si tú lo haces yo te apoyo en ello." Aunque las numerosas y laudatorias reseñas no lo hagan necesario, ahora es nuestro turno de apoyar.

El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado, 2012) supone la puesta de largo de un autor con cuya excelencia los seguidores de este blog y sus diferentes publicaciones ya estaban familiarizados. No por ello, el resultado de este pulso narrativo es menos impresionante. Mezclando (¿cómo si no?) realidad histórica e historización realista, la novela sugiere itinerarios para deambular por rincones poco transitados de la memoria histórica e ideológica de España y del mundo. Con un control narrativo realmente afinado, capaz de alternar el folletín con la peripecia, el panfleto con la comedia, y el documento con la tragedia, los acontecimientos que marcaron el primer cuarto largo del siglo XX se materializan en los vaivenes de un Pablo Martín Sánchez que trata de soñar, amar y luchar, mostrando que acaso estos tres verbos tienen acepciones que los hacen sinónimos.

En el más puro estilo autobombástico ("Creo en Autobombo"), debemos notar también, sin que ello reduzca el mérito de El anarquista, que sin el Colectivo esta novela no hubiera sido posible. Agazapados en sus páginas, en forma de inverosímiles tocados revolucionarios o pitanzas extemporáneas, los miembros del Colectivo, sus preferencias y atributos contribuyen, una vez más, a construir un universo narrativo donde resuenan las voces del siglo, así como las de sus miembros: ¡Porqué tú lo vales!


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