viernes, 30 de enero de 2009

La verdadera historia del Génesis Parnásico

-¿Pero qué pasa ahí? ¿A qué viene tanto revuelo?
- ¡Shhh! Van a dar la buenanueva, estese usted en silencio.

Se aproximaba la hora en que la pequeña Quilla cruza el oceánico cielo rasgando su oscuro manto y desnuda de tan impúdica manera al brillante Sargento que para todos reina en el cielo, asegurando la vida y el júbilo durante las horas que pasa esperando la vuelta nocturna de Eza Quilla, que cual Penélope, vuelve a tejer el tapiz que ocultará de nuevo a Pioje a los ojos de los siempre confundidos humanos.
Se aproximaba esa hora, y el Ogro retozaba como de costumbre en los lodazales del Parnaso, fecundando así, con las esporas adheridas a su verde y escamosa piel, la tierra que a los hombres nutre.
Y andaba también, a aquella hora que parecía no querer llegar, la tierna Enana cantando tan a viva voz, que con su aliento formaba una suave brisa que recogía y transportaba las semillas fecundadas por el Ogro y las depositaba en los lugares más propicios, cerca de arroyuelos y cosas por el estilo.
Podía verse también por esos lares, al concienzudo Burrot, que sin descanso avivaba cual si fueran ascuas los ánimos de los animales para que estos no quedaran parados, sin actividad alguna ni beneficio para la tierra que tiernamente los tenía encima de sí y los alimentaba con los frutos de nuestro amado Pere Rovira, quién los producía a borbotones, pues cada vez que hablaba salían de su boca pequeñas piezas de fruta que al crecer llegaban a alcanzar los dos metros de diámetro, con las cuales, como se ve, podía alimentarse sin problemas hasta el ogro más glotón. Aunque ya sabemos que el manjar más codiciado por éste son las tiernas Enanas, por lo cual, S.M.R. la Enana (sic) andaba muy a la greña con él, y se quejaba continuamente al Dr. Garpesiano, doctor, como sabemos, de filiación freudiana, que contínuamente le decía a la Enana que sufría de un complejo de Edipo a la inversa y que probara a ir siempre haciendo la vertical.
Marta Polbín no podía faltar a tan excelsa cita y paseábase por el Parnaso, como digo, a esa hora en que Pioje realiza su particular streaptease, vertiendo sobre la tierra una sutil aureola de belleza que todo lo cubría y a todos embelesaba llevándoles a realizar la cópula allí dónde se encontraran y con quien fuera o con lo que fuera. A Rotura, cuya más preciada ocupación era cuidar de las cositas pequeñas, le sorprendió este momento junto a una bella mariposa cuyas alas jamás se repondrán.
Anica Ratt y Zorra Alevín estaban juntas, no es necesario seguir, puesto que recordais que por allí pasó Polbín.
Pues justo en ese momento, como decía, con todas estas circunstancias sucediendo a la vez, pasó Zozobra provocando un corrimiento de tierras como jamás antes se había visto, y los muy azorados dioses, creyendo que ese era el fin, pusiéronse a beber como cosacos, olvidando sus dones a un lado y cayendo en el más profundo alelamiento, producido, sin duda, por los efectos de la cópula y el alcohol.
Fue entonces, que de la fracturada tierra emergió un nuevo dios, que viendo lo desastroso de la organización divina que allí reinaba y, no vamos a negarlo, con una buena dosis de pedanteria, soberbia y prepotencia, que acababa de recoger del paquete de dones abandonado por ahí por uno de los dioses, les destituyó de sus naturales quehaceres y les encomendó la tarea de, en adelante, ocuparse sólo de crear obras maestras.
Es fácil deducir, y no dudo que ustedes lo habrán hecho ya, que el nombre de este nuevo dios procede del estado en que se encontraban los otros cuando él apareció, hace hoy, 30 años.

Tal día como hoy: Digresiones Ogriásticas en torno a la Sagrada Concepción

Sí, tal día como hoy. Tal día como hoy hace treinta años en un hospital cuyo nombre ignoro y cuya localización también, pero que quiero adivinar como el Hospital de Sant Pau, situado no en la misma avenida Sant Pau como uno se podría imaginar, sino sorprendentemente en la calle Sant Antoni Maria Claret (uno tendería a imaginarse que esa avenida que lleva hasta el edificio desde la Iglesia de la Sagrada Familia  tendría que llamarse así, más que nada para facilitar la orientación de los ciudadanos, pero no, cosa curiosa, se llama Avenida de Gaudí; algo terrible sin duda, amigos míos ¿no les parece? algo brutalmente ignominioso, chabacano, fraudulento, engañabobos, triquiñueloso, zafio, artero, deshonroso, infame, vil y vergonzoso), Arzobispo español, emérito de Santiago de Cuba y confesor de la Reina Isabel II de Borbón, fundador de la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María (Padres Claretianos) (Cordis Mariae Filius -C.M.F.-) en1849, y de la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada, (Misioneras Claretianas) el 27 de agosto de 1855, que tiene como mayor mérito el haber defendido el uso del catalán como vehículo vernáculo para contrarrestar los avances de los liberales (según le dijo a la Reina: “Nosotros predicamos en castellano y ellos se condenan en catalán”) durante las revueltas de las siempre mal conocidas Guerras Carlistas, que convirtieron el terruño en el que nacimos en esta casa de putas actual en la que vivimos, ya que, por supuesto “los principios liberales estaban en contra de la enseñanza y de la Iglesia” (o de la enseñanza de la iglesia, esto nunca quedó muy claro), que formó un tándem explosivo junto a la monja mística Sor Patrocinio (de la historia de esta monja, más conocida como la Patro, ya hablaremos en otra ocasión), siendo objeto de la crítica no siempre aguda de los pseudointelectuales de España, como demuestra el fabuloso libro de los siempre poco denostados hermanos Bécquer en su nunca bien loado artefacto mordaz Los Borbones en pelota*, aunque no estemos aquí para hablar ni de estos, ni tan siquiera de aquél arriba mencionado, si bien es digno de comentar el infame sistema hagiográfico por el que llegó a ser declarado Santo, ya que vendrá al caso más tarde, si algún día seguimos hablando de ese hospital en el debió ocurrir cierto hecho de nuestro interés tal día como hoy hace exactamente treinta años, a una hora de la que no tengo constancia, pero que quiero pensar debieron ser las 6 de la mañana, la hora en que se levantan las enfermeras de su tímido sueño para hacer la ronda correspondiente y comprobar que la sala de partos y el post-operatorio continúan repletos como lo dejaron a las 2:34 am, pues bien sin dar más rodeos, que el tal Padre Sant Antoni Maria Claret llegó a tener tan insigne título debido a gracias marianas tales como tener todo el día en la cabeza las palabras “siempre, siempre…jamás , jamás” -que como todos sabemos hacen referencia explícita a la eternidad y te ponen en relación con lo místico imperecedero-, ser salvado por alguna instancia intangible y magnífica cuando cayó al río desde una peña y  se encomendó a la Virgen María, ya que no sabía nadar, y a su completo restablecimiento tras el atentado de Holguín en las revueltas cubanas –como pueden ver nuestro amigo no perdió el tiempo-, virtudes éstas tras las que los ilustrísimos Pio XII y Pio XIII, le concedieron primero la beatificación y después la canonización (que por más que sorprenda no tiene nada que ver con Pachelbel), y así puestos, siguiendo a esta exposición tan clara y concisa, me he preguntado por qué demonios había de llamarse el hospital en el que ocurrieron los hechos a los que nos vendremos a referir en un futuro próximo, aguántenme un poco, que ya llegamos, y he llegado a la conclusión de que ya que el nombre de esa calle había sido usurpado por el santo antes citado, este que aquí tratamos debió ser alguien que tuviera que ver con la orden de la Santa Creu, a la que pertenece el mencionado centro, pero no, sino que resulta que el genial edificio diseñado por el maestro arquitecto Lluís Domènech i Muntaner, conocido entre otras cosas por su manía de arrancar murales de las iglesias románicas del Pirineo siguiendo una técnica sorprendente de descascarillado de la pared para después recomponerlos añico a añico hasta remozarlos en obras de estilo puntillista, que a veces se confunden prácticamente con el fauvismo, dado el hieratismo de las figuras y la descomposición cromática e incluso formal que en ocasiones ha convertido algún Pantocrátor en una danza sensual matissiana, aunque también conocido como “la maldita sombra de Gaudí” (vean más arriba si no, porque no habían de ponerle su nombre a la avenida que lleva hasta su hospital, cuando todos saben que su obra es mucho más rica y compleja estilísticamente que la sempiterna Sagrada Familia), recibe su nombre de la donación a través de la cual se agregó esta construcción moderna, acabada en el año 1930, que se agregaba a  la antigua, ésta sí situada al menos en una calle con un nombre decente y correcto, la calle Hospital (dos calles más arriba de la calle San Pau, si venimos subiendo las Ramblas y admirando los juegos florales de la prostitución barcelonesa), y que se construyó, toma castaña, en el año 1401, para englobar todos los hospitales que había en la ciudad antes de la peste del 1348, ya que evidentemente con la crisis demográfica que aquello originó les bastaba con un solo hospital, y los otros hubo que enterrarlos bajo toneladas y toneladas de cal viva extraída de los yacimientos calizos de Macael (en Jaén, no confundir con el Macael saharaüi, que está hermanado con la localidad suburbana de Sant Just Desvern, donde tiene su residencia S.M.R. La Enana (Sic)) que fueron refinados para su correcto uso por los fieles obispos que el Papa Clemente VI hizo llegar hasta la ciudad desde la Santa Sede a petición del entonces Rey de la Corona de Aragón, Pere IV el Ceremoniós, y que se dedicaron a bendecir la roca pura con sus hisopos para así desprender el principio alcalino necesario, que cualquiera diría entonces que al hospital se le debería haber llamado Hospital Donoso, pero no, porque la construcción del nuevo edificio fue posible gracias a un señor llamado Pau, pero no Pau Claris i Casademunt, aquel genial obispo de la Seu d’Urgell que llegó a ser President de la Generalitat y que promulgó la efímera República Catalana (como lo oyen) y se unió a los franceses ante la invasión de los castellanos, como muchos podrían pensar, ya que aquel vivió sus años tres siglos antes, sino Pau Gil, un banquero que llegó a ser beatificado y canonizado de una forma mucho más cómoda que nuestro antiguo amigo Claret, ya que ni tan siquiera hubo de leerse las 96 obras (15 libros y 81 opúsculos) que escribiera el sacerdote, sino que pagando a toche y moche, consiguió su santificación, a pesar de lo cual no hablaremos de él en absoluto, ya que nadie se acuerda, ni existen datos fiables acerca de su existencia, aparte de que de lo que aquí se trataba era de llegar al momento en que una madre daba a luz a una insistente niña, una niña inquieta, inquieta, y hermosa como las comas que nos ha costado llegar hasta este punto que seguirá a continuación, para deleite de todo aquel que haya sido tan mentecato como para dirigirse a través de las digresiones, en lugar de moverse a través de relaciones hipertextuales y ahorrarse la paja que llena este texto. 

Tal día como hoy hace treinta años, aunque viendo su foto nadie lo diría,

 

tal vez en el Hospital Sant Pau o en cualquier otro, nacía una niña de cuatro ojos, dos bocas y pechos elocuentes. Gracias por nacer y hacernos felices con tu existencia, Leli Vorratxes.



* Bastante difícil de encontrar: 1996, COMPAÑÍA LITERARIA , (la ciudad de edición no tengo ni repajolera idea de cuál es pero no dudo de que nuestros insignes libreros nos alumbrarán, de hecho me llega una noticia de última hora: ISBN 8486207363)


Leli ya tiene treinta años, aunque nadie lo diría, con el buen aspecto que presenta.
¡¡Un beso y hártense de calçots!!

viernes, 23 de enero de 2009

INSPIRADOR

ENCERRADO EN UN ESCUPITAJO HECHO DE LLUVIA


En el mapa hay cinco o seis parques. 
La casa es una magnífica pocilga 
decorada en honor a unos dioses 
que nunca vienen por aquí. 
En un cajón guardo unas canicas 
por si viene a jugar un niño. 
Panero come polvo de piedra del pedestal de una estatua muerta. 

miércoles, 14 de enero de 2009


Alma Lee, una amiga de Autobombo, en NYC
(y esta noche, lo más cercano a un congreso en los últimos tiempos...)
ibelieve

domingo, 4 de enero de 2009

Grandes Éxitos de las Fiestas 2008-2009

Esta vez, y sin que sirva de precedente, lo escrito aquí será difícilmente comprensible por quienes no estuvieran presentes. Se siente. Aún así, incluyan sus grandes éxitos navideños en esta entrada, a fin de conservarlos para la posteridad.

"NO puedo más. No puedo más. Los barcos no se anudan. Mis barcos no se amarran. Tanto tiempo, tanto esfuerzo, y como en la peor tragicomedia, mi creación, mi arte, se pierde por mi pobre grafía y su imprecisa lectura….arhggggg, ¡ahí dice ATRAAACOOOO!"

"VIVES solo. Vuelves a casa después de unos paseos por las sombras de la ciudad. Vives solo para que nadie te diga, nadie te pregunte. Abres la puerta de tu apartamento solitario y alguien te mira, te pregunta. Oyes su voz. No hay nadie, pero oyes su voz, perfectamente. ¿De dónde vienes? ¿Lo has hecho otra vez? ¿Se puede saber qué te pasa? Esto es el colmo: no te has buscado este rincón de soledad para que un sofá te lo amargue. Está decidido. Tienes dinero. Te dices: ‘me compraré un sofá mudo’."

"SI LA aurora de Nueva York no era suficiente, la Auuurooooooraaaaa de Córdoba llegó y se cantó a capella. Una mano que explora a Ráfagas una nuca interminable. Empezar el año en un Big Crunch. Y Mary Poppins reparte píldoras de Finlandia."

Para Reyes, pídete los superhéroes del año: SuperDigna, SuperCauto, SuperLigero y Roncator."

...

sábado, 3 de enero de 2009

(Intentando que el 2009 no sea el del ocaso...)

Entras en tu habitación del hotel, te diriges a la ventana, miras hacia fuera. Observas la casa de enfrente, vas recorriendo con la mirada las ventanas, contraventanas de madera marrón, viejas, llenas de polvo. En el 1º ves, en picado, a un bebé jugando sobre una manta de patchwork, en el 2º las cortinas están echadas e impiden tu visión. En el 3º ves, con sorpresa, la repetición de la escena de la película de Hitchcock La ventana indiscreta en la que una mujer de unos 30 años, body negro, hace ejercicios de gimnasia sosteniendo unas pesas en ambas manos. Se apaga la luz y dejas de verla. Miras hacia el 4º, justo a la altura de tus ojos. La visión es perfecta. La luz está encendida y las ventanas abiertas. Te extrañas porque hace frío. El comedor es bastante amplio. Paredes blancas recién pintadas, un reloj kitsch de color rosa en la de enfrente, una planta que se enreda en la lámpara de pie, Ikea, un sillón que imaginas viejo, cubierto con un plaid de rayas negras y blancas con una línea roja, más ancha, alrededor. A juego con el que cubre el enorme sofá colocado contra la pared de tu derecha. Sobre este, hay además dos cojines, naranja y negro. Y, por encima, otra planta. Ves entrar por la puerta, viniendo de un pasillo estrecho, a una mujer de 60 años. No te distraigas, sigue observando la habitación. Deja que el personaje se instale en el sofá, coja la taza que hay sobre la pequeña mesa camilla, la levante a la altura adecuada y se la lleve a los labios. La mesa camilla está cubierta con unas faldillas de color hueso y un mantel de ganchillo. Años 70. A tu izquierda, junto a la pared, la esquina de una nevera y una mesa-comedor con cuatro sillas. Algo pasa. La mujer gira de golpe la cabeza y mueve los labios. No ves con quién habla. Se levanta, da unos pasos y vuelve a sentarse. Por los gestos de sus brazos, de su cabeza, la imaginas furiosa. Ten cuidado, está mirando hacia tu ventana. Corres la cortina, tres cuartos. Te das la vuelta, vas hacia tu bolsa de viaje que dejaste sobre la silla, la abres, te enfadas con tu desorden. De encima de la cama coges la digital. Cuando vuelves a la ventana y miras, te das cuenta de que el paisaje ha cambiado: la luz que antes estaba encendida está ahora apagada, alguien ha encendido la lámpara de pie, una de las cortinas, la de la ventana desde la que veías la mesa-comedor y el pasillo, está corrida. En el sofá donde antes estaba tu personaje, no hay nadie ahora. Estás intrigado. Incluso algo inquieto. De repente, crees oír un grito agudo que atraviesa la calle y perfora tus oídos. Luego, silencio; y una sombra en la pared, justo debajo del reloj kitsch, una sombra que da unos pasos y se desvanece.

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