miércoles, 26 de enero de 2011

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max empieza hoy el colegio. Sus padres le acompañan hasta la puerta recelosos de que le ocurriera algo en el autobús escolar. El pequeño Max sube las escaleras que le conducirán hacia el conocimiento y la sabiduría. La protección paterna ha quedado atrás pero Max no teme su destino. Entra en clase y ocupa su lugar en el pupitre del aula de plástica. Max se balancea suavemente en la silla apoyándo ésta sobre las patas traseras, se desestabiliza y cae de espaldas en el momento en el que el lápiz afilado de su companyero de atrás apunta hacia la pizarra. Irremediablemente el lápiz se clava en el frágil cráneo de Max creando, casi al instante, una nueva obra del a menudo tildado de no comprometido arte abstracto.

3 comentarios:

leli dijo...

me encanta como las historias del pequeño max te tienen en vilo desde el inicio pensando si será el autobús, las escaleras, un cutter o esa fatídica silla, que crea al final una hermosa coreografía fatal, tan complicada y grotesca que merece, seguro, la calificación de arte final.

Anónimo dijo...

¡Sí, Max vive! ¡No, Max muere! ¡Bien! ¡Muera el arte! ¡Viva la inteligencia! ¿No?

Zorra conmovida dijo...

Max vive gracias a vosotros, yo le había dado por muerto al acabar el año pero vuestra alegría ante su vida agónica no me permite acabar con él.

¡Larga vida a Autobombo, por mucho que el Gobierno diga lo contrario!

Os prometo un Max con bombín

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