jueves, 27 de enero de 2011

El pequeño Max se acuesta después de un atareado día. Las actividades extraescolares, sumadas al rigor de los nuevos planes educativos, dejan mella en su fragil constitución. Está cansado, y aún así, no consigue conciliar el sueño. Se revuelve entre las sábanas, intranquilo. Intenta pensar en cosas que de normal lo apaciguan: ovejas degolladas, carneros violando a potras, las carcasas putrefactas de bovinos consumidos, mas nada funciona hoy. La noche se alarga, y el anhelado descanso no llega. De pronto, cae en la cuenta, qué obvio, cómo no lo pensó antes, abre el cajoncito de su mesita de noche y tomando entre sus deditos el cutter de la clase de plástica se raja la yugular con un tajo seco y feliz.

3 comentarios:

La Zorra os invita dijo...

¡Qué gustazo ver como tus pequeños se independizan! Me encanta que el pequeño Max ocupe un lugar en vuestras locuaces plumas (en este caso, teclas de ordenador). Y la verdad es que esta versión prágmatica de Max hace honor a su mundo onírico.

Quiero recordar que aún falta una versión de Polbina y otra del Ogro, por eso de dar ideas. Incluso si Zozobra quisira apuntarse..

roturin the words dijo...

...
por un momento pensè
...
habìa algo que no encajaba
...
y es que
...
no habìa ròtula ni tìtulo
...
el pequeño se reSolvìa entre sàbanas
...
no poder evitarlo
...
què placer

Zzzorra impaciente dijo...

¡WG WG WG!

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