lunes, 13 de diciembre de 2010

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max llevaba los deberes en la mano. Era reconfortante saber que había cumplido con todo lo que tenía que hacer y que el resto del día podría dedicarlo a sus juegos. Esta vez los deberes estaban listos y su profesora podría felicitarle.
El pit bull del vecino no llegó a destrozar los deberes pero quedaron ilegibles, emborronados por la sangre del pequeño Max.

3 comentarios:

el ogro dijo...

Me gustan los pequeños Max. Yami, yami.

colectivo autobombo dijo...

Por cierto. Gracias, gracias, Leli y Zar. Nos alegra mucho haber rebasado con creces la marca más paupérrima (dicho sea esto con todas las malsonancias y malquerencias al lenguaje que lleva, es decir, malamente) que en toda la historia del Colectivo que establecimos el mes anterior (1 entrada). Tal vez no esté todo perdido y veamos el túnel azul de ondeantes esquelas al final del año.

Lelín Calculín dijo...

Los Max (no los premios aunque lo merezcan, si no esta revitalizante serie), han constado, hasta el momento, de 106, 75 y 65 palabras. Qué apasionante serie se estará hurdiendo? Con cuantas palabras nos sorprenderá, teñido en sangre, la siguiente entrega?

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