jueves, 23 de diciembre de 2010

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max quiere ser escritor. Apenas conoce palabras y su grámatica es muy reducida, pero suple sus carencias con alegres dibujitos que completan sus historias. Hoy el pequeño Max no se siente muy inspirado, y hojea lo ya escrito con cierto desánimo cuando al voltear una página su filo corta finamente y de modo vertical la muñeca del niño, su pequeña pero concurrida arteria humeral. El pequeño Max observa cómo gotea su brazo emborronando la página en blanco y súbitamente la esperada inspiración le sobreviene y empieza a escribir pequeñas historias macabras sobre un niño llamado Max. Lo que no sabemos es cuántas historias habrá escrito el pequeño Max antes de que la sangre que permanece en su cuerpo sea insuficiente para mantenerle con vida.

2 comentarios:

el ogro dijo...

Es tan simpático nuestro querido Max. Lo que vamos a llorar cuando no le quede sangre con la que escribir. Mientras tanto no hay mal que por bien no venga. A disfrutar con sus muertes y que siga la defunción. ¡Larga muerte al colectivo!

eli dijo...

uala, peazo meta-metáfora de la escritura. De cabecera. De esa cabecera donde no está mi bombín, que pegado a mi mano describe un arco hacia el suelo, arco concéntrico al que dibuja la inclinación de mi torso que se inclina asimismo hacia adelante, y todo para mostrar mi concurrida admiración.

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