El apagón: nota
En el suelo, a mi lado, caído en uno de los bandazos que había repartido en mi angustia, me encontré un viejo reloj analógico, redondo, un despertador que repicaba las horas y que, como la maza, había conseguido en alguna subasta virtual en una hora de hastío y nostalgia. Funcionaba. Curioso. Miré la hora. Era difícil de decir en la ambigüedad de las agujas. Decidí que la aguja larga estaba más cerca del 11 que del 10: eran las cinco y cincuenta y cinco. Me di cuenta de que eso, en un reloj normal, serían las 5:55. Pensé que en un espejo esos números digitales marcarían las 2:22, con lo que era una hora que bien podrían ser dos, las dos. En fin, una tontería, pero por eso me acuerdo.
2 comentarios:
Genial.
¿Alguien podría dar una pista sobre el autor del interesante apagón?
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