miércoles, 15 de julio de 2009

Dar voz a la bombina (Donde se cuenta su verdadero final)

A veces el cansancio, la pereza o simplemente la desidia le hacen cometer al narrador actos de meridiana injusticia al soltar muletillas del tipo "para abreviar".

El sapo -sí, Zozobra, tienes razón: es un sapo, no una rana- bombina bombina (para los incrédulos, visiten: http://www.alaquairum.net/bombinas.htm ) mandó a un miembro del colectivo un sobre lleno de babas, con varios mosquitos estampados, sumergible y resistente a las pestilentes aguas de la charca que contenía la siguiente nota:

[La caligrafía a sapos se torna ilegible; la cursiva, como se verá, parece no responder únicamente al efecto de escribir sobre las ondas.]

...recuerdo que aquella lejana mañana un vendaval, un huracán asoló la soledad y calma de la charca: el vuelo ondeado de unas cortinas dibujaba peligrosos arabescos en el aire que en el agua se traducían en tsunamis demasiado peligrosos como para practicar surf sobre algún nenúfar. Capeado el temporal como pude, unos enormes faros sondeaban las alturas desde su atalaya. La mirada, mezcla de suficiencia y altanería, venía acompañada de una mueca de asco por haber metido una gigantesca anca en mi agua estancada. Quedé paralizado ya que la súbita presencia había encendido en mi vientre granate - mutado a colorado - una esperanza. Quizás debe explicarme. Las bombinas vivimos entre cinco o seis rotaciones de la tierra en torno al sol. Yo ya llevaba, si los ciclos no me fallaban, cinco. Uno de los efectos colaterales de la metamorfosis en la que poca gente ha caído es que acabas adaptándote a la escala de tiempo de tu última forma o estado. Eso me ha llevado a escribir en una de mis nervadas hojas favoritas una aporía temporal que no se os escapará a los bombines. Si volviera a ser el que fui, cuántos años hubieran pasado para mí. Harto estaba de buscar desencantadoras chicas que me dejaban cada vez desencantado -quiero decir triste-, sin sacarme de mi condición de batracio inquisidor y de ese meandro sin salida. En aquella ocasión intenté con mis reducidas dotes de ligón de piscina maloliente persuadirla de mi desgracia en su versión convencional, alardeando de lo que alardean mis compañera de especie, las ranas toro. Pero no hubo manera. Demasiado poca retórica para tamaña empresa.

Así que, aparte de dejarme anclado en mi especie y -lo más grave- no resolver el enigma de mi vida, aquel no beso me condenó a una pronta desapo

Aquí la nota acaba abruptamente. El resto de la historia, camaradas, ya muchos la habéis contado de insuperable manera.

El Burrot Català

5 comentarios:

leli no hay más que anura dijo...

Impresionante el hermanamiento de los bombines y las bombinas. Que profundidad en el análisis del fatum batracicum! Aunque los bombines no seamos anuros (sí tenemos cola), esperemos que algo se nos pegue de la productividad reproductora de las bombinas, las cuales hacen puestas de hasta 100 huevos.

el ogro comesapos orientales dijo...

A mí se me pone el vientre de fuego solo de pensarlo

zorrix tb rima en ix dijo...

Encantada he quedado (quiero decir con la piel verde Ogro y la lengua de redonda, como dicen las tienen las bombinas). No había pensado nunca en el jet lag del príncipe sapo y demás metamorfoseicos, pero si lo dijo algún árabe bengalí...
Para(lo que nos gusta, Dios, este prefijo)fraseando a Leli, así se hacen las apuestas: ¡con hasta 100 huevos!

mp dijo...

El Dr. Burrot empieza a tener un estilo inconfundible. Y eso solo se dice de los grandes...
¿Para cuándo el enterramiento de la bombina?

Anónimo dijo...

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