lunes, 10 de mayo de 2010

El peso de un cuerpo en el mar

El ancla estaba pesándole mucho. La arrastraba desde la cadena con la ayuda de los dos brazos y andaba con el cuerpo inclinado hacia delante como debió hacerlo Sísifo para mover su condena.
Diez pasos más y descanso, se decía. Sólo en dar el siguiente le parecía estar dejando años de su vida. Un poco más, la cadena enrollada al cuerpo, la herrumbre tiñendo su piel de óxido. Un poco más, pero los pies que se hundían en aquel desierto. La arena subía por los tobillos hasta que daba el paso siguiente, no dejaba de hundirse y tenía la sensación de que si se detenía la arena le tragaría por completo. Sólo nueve pasos más y descanso. La monotonía de un mismo esfuerzo y unas mismas palabras de aliento y una única e ingraduable sensación de agotamiento, y otro paso. Sólo ocho pasos más y descanso, y ahora el mar en su tobillo y un escalofrío que casi le convencía de poder seguir adelante. Siete pasos y ahora los pies ya no le queman aunque duelan indeciblemente las llagas. Otro paso y descanso. Cinco pasos y el ancla entra en el agua después de arar un camino larguísimo en la arena. Cuatro pasos, con el agua en la cintura, el ancla, que ahora pesa menos y casi se deja arrastrar. Tres pasos, pero el ancla tira de su cuerpo y casi no puede sacar la cabeza para respirar. Demasiado esfuerzo. Todo su cuerpo moviéndose en espasmo: y eso es otro paso. Un paso. El último esfuerzo, después la desesperación sólo le permitirá dar bocanadas en el agua, abrir la boca como un pez en el aire.

6 comentarios:

polbina dijo...

Joder, zar, qué buen micro: es el colmo de la desesperación: suicidio y penitencia a un tiempo. ¿Cómo se te ocurrió la idea?

otra vez yo dijo...

Propuesta de nueva sección: making off. Oséase: que la gente que publica un texto explique cómo se le ocurrió la idea, o el proceso de escritura, o...

Ver No. Ir, Laza. dijo...

No puedo deciros cómo se me ocurrió la idea por un mínimo sentido del pudor, pero tenía el ancla enrollada al cuerpo: esa era la idea, un ancla. Y entonces pensar cómo se arrastra un ancla, con esfuerzo, un esfuerzo mucho mayor si se está en el desierto. Pero alguien, esforzado, lleno de herrumbre, arrastra en ancla; démosle al menos un lugar semióticamente propicio; y ya sabemos, un ancla en el mar sólo puede hundirse, y la herrumbre, el cuerpo exhausto, Il Zar...ya le conoceis. El narrador quería descansar y se deshizo del personaje, una vez más.

Puedo dar algún dato más: estaba hablando con Rotura mientras lo escribía.

Rotura D. dijo...

la verdad es que me dedico ùltimamente a hacer caminos que se borran en la arena con un ancla...la arena la saco de mis bolsillos, creo playas por las que caminar con mi ancla...hay mareas en el interior de mi cuerpo...la humedad de mis ojos cumple con òxido en la herrumbre de mi piel...

La lectora bruta dijo...

Aaaaaaarggg!

zozobra dijo...

recuerde que es más fácil bajar que subir y que antes del descenso hay que procurarse siempre una vía de ascenso.

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