jueves, 16 de diciembre de 2010

Pequeñas historias de un niño llamado Max

El pequeño Max sale muy contento de casa, brilla el sol después de muchos días lluviosos y poco a poco se aleja del hogar persiguiendo unos pequeños camachuelos. El pequeño Max no se ha percatado de cuán lejos ha ido y ahora que mira alrededor ve que lo que suele ser un pacífico trigal es hoy una inquietante ciénaga. De pronto Max se echa a llorar inconsolable y esa música celestial despierta al Ogro que acaba de instalarse en tan parnásico lugar. Nada le gusta más a nuestro querido Ogro que beber lágrimas de niño para calmar la sed, y mientras lame la cara de nuestro pequeño Max, saliva ante la tierna carne que está a punto de engullir.

4 comentarios:

rotura jocosa dijo...

...esto es tànatos...y degluciòn

Ñam-ñam dijo...

Qué alegría despertar al día con la ilusión de volver a ver cómo el pequeño Max tendrá tan delicioso final. Riquíssimo.

mp dijo...

Jijiji, ñamñamñam (voy ràpido, porque cómo se ha puesto el patio!! qué pasa, que no queréis carbón pa reyes o qué??)
;-)

Anónimo dijo...

Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.

- Daniel

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